El envejecimiento no es una enfermedad en sí misma, a pesar de que se percibe cada vez más como tal. El problema es que a nadie le gusta envejecer. Lo que ocurre es que hay que tenerlo claro: es un proceso fisiológico por el que todos debemos pasar. Todos estamos destinados a pasar por eso. ¿Qué causa que esto ocurra?

El Dr. Ángel Durántez, pionero de la Medicina del Manejo de la Edad en España, explica en una entrevista con Infosalus por qué siempre se ha planteado esta teoría de que estamos programados para el envejecimiento, también conocido como “senescencia programada”, y por qué los humanos, al igual que los animales, tienen un reloj biológico por el cual deben nacer, crecer, reproducirse y morir.

Por otro lado, reconoce que existen teorías que afirman que no estamos destinados a envejecer, sino que el envejecimiento es causado por la acumulación de daño en nuestras células como resultado de nuestra vida. Ambas, en su opinión, es probable que ocurran, como demuestra un estudio publicado en la revista Cell en 2013, en el que un grupo de investigadores liderado por el español Carlos López Otn elaboró unas pautas sobre las causas del envejecimiento denominadas The Hallmarks of Aging.

“Los 9 indicadores moleculares del envejecimiento en animales, como la inestabilidad genómica, el agotamiento de células madre, la senescencia celular o las modificaciones epigenéticas, fueron caracterizados por primera vez en este trabajo científico”, señala el especialista en Medicina Proactiva Preventiva.

Durántez asegura, con motivo del estreno de Joven a los 100 (La esfera de los libros), que normalmente un ser humano está libre de enfermedades hasta los 30-40 años, a partir de los cuales aparecen los primeros “dolores”. Por eso, cree que es fundamental cuidarse siempre y mantener un estilo de vida saludable, especialmente a partir de los 30 años, porque “lo que hagas de los 30 a los 40 decidirá tu vejez”, dice.

Hasta la fecha, los científicos han sostenido que el proceso de envejecimiento está estrechamente relacionado con lo que la OMS ha clasificado como “enfermedades crónicas no transmisibles”, aquellas que suelen aparecer a partir de los 30-40 años: enfermedades cardiovasculares, cáncer, diabetes, obesidad, enfermedades neurodegenerativas enfermedades, sarcopenia, osteopenia, pérdida de fuerza o fragilidad, entre otras; “y que todos vamos a sufrir tarde o temprano”, según la especialista.

Según afirma, estos están relacionados con el proceso de envejecimiento, y los experimentaremos en diferentes momentos dependiendo de dos factores: nuestra genética, o lo que está escrito en nuestros genes; y nuestro ambiente, o cómo se expresan estos genes, que está determinado por nuestra interrelación con el medio ambiente, o cómo tratamos nuestra vida, cuáles son nuestros hábitos de vida (tóxicos, nutrición, sueño, descanso, ejercicio) y cómo nos trata ( más ligado al miedo, estrés, apatía).

Como resultado, el ambiente pesa más que el genoma con el tiempo, razón por la cual el genoma tiene mucho peso en un niño de 3 años, pero el ambiente no ha afectado la salud de un niño de 65 años en mucho tiempo. tiempo, porque ha sido bebedor, fumador o sedentario durante mucho tiempo.

El Dr. Durántez cita una disminución de la capacidad neurocognitiva, capacidad física, trastornos del sueño, disminución de la libido y la función sexual, arrugas, fragilidad del cabello, menor funcionamiento del sistema inmunológico, modificaciones antropométricas y, por ejemplo, disminución de la masa muscular como ejemplos de síntomas de envejecimiento. .

“Las personas humanas podemos actuar sobre el ambiente adoptando los mejores estilos de vida en la medida de nuestras posibilidades, de modo que podamos retrasar el envejecimiento”, afirma el doctor en Medicina por la Universidad Autónoma de Madrid. Por eso recuerda a la Dra. Elisabeth Blackburn, quien ganó el Premio Nobel de Medicina en 2009 por su investigación sobre los telómeros, en la que estableció, entre otras cosas, que el estrés se puede manejar y el envejecimiento se puede retrasar, junto con otros factores como excelente nutrición, ejercicio y meditación.

QUÉ PODEMOS HACER PARA VIVIR MÁS Y ENVEJECIR MEJOR
Con todo ello, el pionero español de la Age Management Medicine destaca los temas esenciales sobre los que podemos actuar en nuestra vida ahora para vivir más y mejor y, finalmente, envejecer de la mejor y más sana forma posible, que promueve fundamentalmente en su libro .

1. Tener siempre una perspectiva positiva de la vida; el equilibrio emocional es el factor más crucial.

2. Caminar, subir escaleras, no tomar el ascensor y caminar a los lugares son ejemplos de movimiento y actividad física. También está el autoesfuerzo, como salir a correr, o ir al gimnasio a levantar pesas, o asistir a una clase de gimnasia en grupo; y luego está el deporte, que ya tiene unas normas.

“Es fundamental porque, como mínimo, podremos compensar la ausencia de rendimiento en los otros pilares posteriores. Los adultos deben caminar cinco días a la semana a una velocidad rápida durante unos 30 minutos, y más de dos días a la semana. semana en una tabla de ejercicios de tonificación muscular, según la OMS. La mítica meta de 10.000 pasos diarios, que aún nos queda por alcanzar”, lamenta el experto.

De hecho, destaca su preocupación por el tiempo que pasamos sentados, que es un factor de riesgo importante para muchas enfermedades y está íntimamente relacionado con el incumplimiento de los requisitos mínimos de la OMS. “Cuanto más ejercicio hagas, mejor”, explica el médico, también miembro de la Sociedad Española de Medicina del Deporte.

3. Necesidades dietéticas. La dieta mediterránea es la más popular, y es fundamental evitar los alimentos procesados y ultraprocesados, así como bajar el índice glucémico de la dieta limitando los dulces, incluido el azúcar blanco y las harinas refinadas.

4. Es fundamental dormir y descansar lo suficiente.

5. Manténgase alejado de sustancias nocivas como el tabaco, el alcohol y los narcóticos.

6. Complementación de alimentos cuando sea necesario.

7. Terapia de optimización de hormonas bioidénticas, si un profesional lo considera necesario.

La medida es el número ocho. No es necesario esperar a que aparezcan los síntomas de la enfermedad; más bien, es necesario evitar la enfermedad mediante el control de biomarcadores (como el azúcar y la presión arterial), como el seguimiento evolutivo a lo largo de la vida, y buscando siempre valores de excelencia.

“Por ejemplo, un IMC de 18 a 25 se considera normal, aunque un IMC de 20-22 siempre es mejor para la salud que un IMC de 24-25; con el colesterol es mejor tener 150 de colesterol que 200 de colesterol, incluso aunque ambos son valores normales, porque un IMC de 220 se considera un problema de colesterol”, dice.